GALARDONADO 2016
CIUDADANO GONZALO MIGUEL RIVAS CÁMARA
TRAYECTORIA DEL GALARDONADO
Gonzalo Miguel Rivas Cámara, veracruzano de nacimiento, fue un ciudadano ejemplar; un héroe anónimo que –como millones de mexicanos a diario– demostró dar lo mejor de sí, incluida su propia vida, para enaltecer los valores más sublimes de nuestra patria mexicana: la entereza, el carácter valiente y la solidaridad.
Bernardo de Balbuena escribió que la Grandeza Mexicana descansa en la gallardía, nobleza, virtud, lealtad, e hidalguía de nuestra gente. Gonzalo Rivas es un auténtico representante de esta grandeza. Ingeniero de profesión, hombre de familia, ciudadano de a pie, fue un hidalgo en cuya vida descansó la responsabilidad de salvar a otros y trascender él mismo esta vida, por su valentía y solidaridad.
Gonzalo Rivas era, como lo describió Luis González de Alba: “un trabajador honesto y humilde, que evitó una masacre de proporciones incalculables”.
Así han surgido y se han destacado los héroes en la historia de la humanidad.
“En México, como en todas partes, –afirma Guillermo Sheridan– el héroe es objeto de una fascinación tan incomprensible como inescrutables son sus motivos: alguien que no duda, en una circunstancia extrema, en arriesgar la propia vida por amor impersonal a la vida de otros. Unos otros que –en la imaginación del héroe- son una extensión de él mismo. Llámese compasión, consiliencia o solidaridad, el héroe se mira en los otros y, ante el riesgo del propio sacrificio, no duda en salvarse salvando”.
En vísperas de la hecatombe mundial que se vislumbraba en los años treinta del siglo XX por la amenaza de la Alemania Nazi, surgió un héroe, Sir Winston Churchill, que advirtió con auténtica valentía y templanza –desde la tribuna del Parlamento– el avance de Hitler y sus tropas, las cuales hundirían a Europa en el fuego y destruirían al mundo. La visión y arrojo de este héroe lo convertirían en jefe del Almirantazgo británico, desde donde dirigió a Gran Bretaña –con auténtico liderazgo– hacia el triunfo de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Ante las catástrofes y ante la vida misma, decía el valiente Churchill, “el precio de la grandeza es la responsabilidad”.
Y así lo entendió Gonzalo Rivas; quien, ante la amenaza del fuego y del desastre que advertían las llamas en la gasolinera de Chilpancingo, no dudo en arrojarse a su suerte y defender con su vida misma la de otros seres humanos.
Parafraseando a Héctor Aguilar Camín, el hecho heroico es simple: Las llamas del incendio en la gasolinera hacían correr a todos. Sin embargo; un héroe, hasta entonces anónimo, corrió hacia ellas para apagarlas y murió en el intento.
Dice Aguilar Camín:
Las circunstancias del incendio son lamentables en todas sus versiones. Que alguien haya prendido fuego a una gasolinera poniendo en riesgo la vida de cientos de personas que estaban detenidas con sus automóviles en la caseta de cobro cercana no tiene justificación bajo ningún supuesto político o moral.
Pero eso es lo que sucedió: el incendio intencional de una gasolinera cuya propagación ponía en riesgo la vida de muchos. El acto simple e irrefutable de Gonzalo Rivas fue correr a apagar el incendio mientras todos los demás huían de él.
Este es el acto de valor y de heroísmo puro y duro que muchos juzgamos dignos de la Medalla Belisario Domínguez.
¿Por qué? Por la extrema virtud que supone el hecho de arriesgar la vida para salvar la de otros. Otros a los que Gonzalo Rivas ni siquiera conocía. (…)
Gonzalo Rivas habla de la existencia heroica de otro México, el México que está dispuesto a correr riesgos por los demás, el México anónimo y solidario que habita esa otra cara de la moneda mexicana: la cara del temple, del valor, de la solidaridad.”
El poeta Terencio afirmaba: “Hombre soy, nada de lo que es humano me es ajeno”. Y así actuó Gonzalo Rivas en Chilpancingo aquel día, el 12 de diciembre de 2011, durante la tragedia ocurrida en la gasolinera. Actuó sin algún dejo de egoísmo. Todo lo contrario, corriendo con espíritu noble y auténticamente humano hacia el fuego, para apagar las llamas y evitar una tragedia.
Mientras todos corrían para ponerse a salvo del fuego, Gonzalo Rivas tomó un extintor y roció la bomba para evitar que las llamas se propagaran. Sin embargo, no se percató que había una garrafa llena de gasolina, la cual se derritió por el fuego y explotó, quemándolo. De acuerdo con el reporte médico, Gonzalo tenía quemaduras de tercer grado en el 35 por ciento del cuerpo y falleció la madrugada del domingo 1º de enero de 2012. Agonizó veinte días.
Como señala Guillermo Sheridan: “Gonzalo Miguel Rivas Cámara no se detuvo a calcular riesgos ni a sopesar alternativas. Erradicó su instinto de supervivencia y puso en su sitio un impulso moral que, en un instante de insondable lucidez, lo llevó a hacer una transacción de vida con la muerte: la muerte suya por la vida de los prójimos”.
Parafraseando al gran escritor mexicano Octavio Paz, nuestra historia está llena de frases y episodios que revelan la grandeza de nuestros héroes ante el dolor o el peligro.
Por este acto heroico y de un gran valor cívico, el Senado de la República de terminó que el ciudadano Gonzalo Miguel Rivas Cámara sea reconocido post mortem con la Medalla Belisario Domínguez.
Se trata de reconocer, con este galardón –con toda seguridad, la más importante presea que otorga el Estado Mexicano a los ciudadanos que por su ciencia o su virtud en grado eminente contribuyen al engrandecimiento de la patria o de la humanidad– a un ciudadano de a pie, y no solamente a figuras destacadas de los ámbitos público y privado.
Se trata de reconocer el acto heroico de un ciudadano que perdió la vida para salvar la vida de otros. Es también un reconocimiento a los cuerpos heroicos e instituciones nobles de la república, como el Heroico Cuerpo de Bomberos o la Armada de México, en particular la Marina, porque Gonzalo Rivas en un momento de su vida fue integrante de esta valiosa institución de nuestro país.
Refiriéndose a los héroes anónimos, los ciudadanos responsables e ilustres de nuestra patria, Pablo Hiriart señala:
“Jesús García, una de las tantas personas ilustres que ha dado Sonora al país, ofrendó su vida para salvar al pueblo de Nacozari de la embestida de un tren cargado con explosivos. Se le recuerda como lo que fue: un héroe.
En tiempos recientes, el 12 de diciembre de 2011, otro patriota, veracruzano de nacimiento y guerrerense por adopción, también murió envuelto en llamas para salvar la vida de cientos de personas que se encontraban varadas por la toma de la carretera México-Acapulco.
Se trata de Gonzalo Rivas, a quien nuestro estimado colega Luis González de Alba ha propuesto de manera reiterada para ser galardonado, post mortem, con la medalla Belisario Domínguez.”
En palabras del periodista José Cárdenas, “la entrega de la Medalla Belisario Domínguez es de gran importancia simbólica como premio a cualquier ciudadano por servicios notables a la mexicanidad”.
Y precisamente fue Luis González de Alba, periodista e intelectual destacado, quien propuso en vida otorgarle a Gonzalo Rivas la presea más importante que otorga el Estado Mexicano, por conducto del Senado de la República: la Medalla Belisario Domínguez.
González de Alba expone en sus motivos para proponer a Gonzalo Rivas como merecedor del más alto reconocimiento que se entrega a un mexicano –la Belisario Domínguez– que lo hecho por ese trabajador fue un acto de elevada heroicidad.
Mientras otros empleados ponían a salvo sus vidas –afirma González de Alba–, en riesgo por la explosión de los tanques subterráneos de esa gasolinera y la de enfrente, Gonzalo Rivas no dudó en apagar el fuego, y lo consiguió.
Parafraseando a Pablo Hiriart, se trata de que la República reconozca el mérito –para orgullo de su familia y de todo el país– de quien, con su cuerpo y su vida, sofocó una catástrofe.
Como bien ha expresado Héctor Aguilar Camín, el otorgar la Medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas, sería un acto heroico, extremo, de solidaridad.
La Medalla Belisario Domínguez podría ser entregada esta vez al héroe conocido de una epopeya anónima; y sería –por lo tanto– un digno y merecido reconocimiento al valor y solidaridad que teje todos los días la vida buena de México.
Así como Shakespeare afirmó en Hamlet: “No todo está podrido en Dinamarca”, si este acto heroico y solidario de Gonzalo Rivas fue posible, no todo está perdido en México. Pues es muestra que, todavía, existen –para fortuna de nuestra noble patria– mexicanos temerarios y valientes, mexicanos que como Belisario Domínguez y Gonzalo Rivas, ofrendaron su propia vida en beneficio de la libertad y la humanidad.
La entrega de la Medalla Belisario Domínguez coincidirá, este año, con los festejos del Día de la Armada.
¡Y qué mejor manera de honrar a esos héroes anónimos, ciudadanos de a pie, en nuestro país y de festejar el Día de la Armada de México, el cual se celebra el próximo 23 de noviembre, que entregando, un día después –el 24 de noviembre en la Casona de Xicoténcatl–, la Medalla Belisario Domínguez a uno de sus más heroicos integrantes; Gonzalo Rivas Cámara!
Premiar a Gonzalo Rivas es reconocer un acto de heroísmo puro que no debemos soslayar.
Es tiempo de honrar el gran sacrificio que hacen ciudadanos de a pie como Gonzalo Rivas, que ofrendan su vida para salvar la de otros. Este merecido reconocimiento es también un homenaje a su familia, particularmente su esposa y sus hijas, quienes siempre lo recordarán como un héroe. Como señaló Héctor de Mauleón: “En estos días, un héroe de la talla de Rivas no merece ser olvidado”.
Fuente: Comisión de la Medalla Belisario Domínguez.
Fuente foto: http://www.razon.com.mx/